Los peligros ocultos del trabajo remoto: Una reflexión personal

 


Por Diliver Uzcátegui


Amigos, quiero hablarles de algo que me ha estado rondando la cabeza últimamente, algo que me toca de cerca y que creo que a muchos de ustedes también podría. Últimamente, se ha hablado mucho de las bondades del trabajo remoto o trabajo a distancia, y sí, admito que tiene sus encantos. Esa libertad de trabajar desde casa, de evitar el tráfico, de tener un poco más de flexibilidad, es algo que todos valoramos. Yo misma, de alguna manera, me beneficio de ello. Pero quiero que hablemos de la otra cara de la moneda, esa que a veces olvidamos o preferimos ignorar.

La alarma que me encendió la luz roja

Hace poco, un amigo muy querido, profesor de inglés a distancia, fue diagnosticado con diabetes tipo 2. Su historia me impactó profundamente, y fue el detonante para que esta reflexión se volviera urgente. Él vive solo, y su día a día se había convertido en una rutina de aislamiento. Me contaba cómo se le olvidaban los horarios de las comidas, cómo el sedentarismo se apoderó de él, y cómo su peso se disparó. Salvo por las pocas veces que bajaba a pasear a su perrita, no hacía ejercicio. Sus comidas, a menudo, se reducían a una sola, la cena, y no precisamente la más saludable: una hamburguesa, una pizza, lo que encontrara rápido en la calle porque no cocinaba en casa.

La situación se volvió tan crítica que, hace poco, cinco personas tuvieron que ayudarlo a salir de su casa debido a su sobrepeso para llevarlo a la UCI de un hospital. Hoy, está luchando en una crisis de salud importante.

Mi propia realidad y la preocupación por los míos

Este suceso me hizo pensar en mi propia situación. Yo también trabajo remoto, aunque tengo la fortuna de tener a mi familia conmigo. Mi esposo y mi hijo son mi ancla a la realidad, los que me obligan a mantener cierta rutina, a no perderme por completo en el aislamiento que puede traer el trabajo desde casa.

Pero mi mente no pudo evitar volar hacia mi hija, que vive lejos, en otro país, y en un huso horario que para colmo es nocturno. Su jornada laboral comienza a las 4 de la tarde y termina a la 1 de la mañana. Sus horarios de comida no son los mejores, y la calidad de lo que come tampoco. Esta realidad me grita la urgencia de hablar de esto.

Los beneficios del trabajo remoto: Un vistazo rápido

No quiero sonar como si el trabajo remoto fuera el enemigo, ¡para nada! Es importante reconocer sus ventajas:

  • Flexibilidad: Podemos adaptar nuestros horarios hasta cierto punto, lo que es genial para la conciliación.

  • Ahorro de tiempo y dinero: Nos libramos de los traslados diarios, lo que significa más tiempo libre y menos gastos en transporte.

  • Comodidad: Trabajar en pijama, desde nuestro sillón favorito, suena tentador, ¿verdad?

  • Autonomía: Tenemos más control sobre nuestro entorno de trabajo.

Las contraindicaciones y los peligros silenciosos del trabajo remoto sin rutina

Sin embargo, cuando no se tiene o no se crea una rutina sana, los beneficios pueden volverse en nuestra contra, y aquí es donde quiero poner el acento, especialmente si vives solo o si no tienes esa "ancla" que te mantenga conectado con el mundo exterior:

  • Sedentarismo extremo: Es el peligro número uno. Nos volvemos seres inertes, pegados a la silla. Olvidamos la importancia de movernos, de estirar las piernas, de salir a caminar. La actividad física se reduce al mínimo indispensable, con todas las consecuencias que esto trae para nuestra salud cardiovascular, muscular y metabólica.

  • Desorden en horarios de comida y mala alimentación: ¿Quién no ha pospuesto el almuerzo "solo un ratito más"? O peor aún, ¿quién no ha picado cualquier cosa rápida y poco saludable porque "no hay tiempo" o "da pereza cocinar"? La falta de estructura lleva a comer a deshoras, a optar por ultraprocesados y a descuidar por completo la nutrición, lo que aumenta el riesgo de sobrepeso, obesidad y enfermedades como la diabetes.

  • Deficiencia de vitamina D y exposición solar: Vivimos bajo techo, frente a una pantalla. El sol, esa fuente natural de vitamina D tan crucial para nuestros huesos, nuestro sistema inmune y nuestro estado de ánimo, se convierte en un lujo que no nos permitimos.

  • Aislamiento social y soledad: Si bien es maravilloso evitar las interrupciones de la oficina, la falta de interacción cara a cara puede llevarnos a un aislamiento profundo. La socialización se reduce, la conversación real se vuelve escasa, y la soledad puede hacer mella en nuestra salud mental, generando estrés, ansiedad y depresión.

  • Pérdida de la noción del tiempo y los límites: El trabajo remoto puede difuminar las fronteras entre la vida laboral y la personal. Las jornadas se extienden sin darnos cuenta, los fines de semana se confunden con los días de semana. Esto lleva al agotamiento, al estrés crónico y a la falta de descanso reparador.

  • Cuida tu espacio y a ti mismo: Si no tenemos la obligación de salir y presentarnos "en sociedad", es fácil descuidar nuestra apariencia personal, nuestro espacio físico e incluso nuestra higiene. Esto, aunque parezca menor, puede impactar negativamente en nuestra autoestima y bienestar general.

  • Problemas de sueño: Los horarios irregulares, la exposición constante a pantallas y la falta de actividad física pueden alterar nuestro ciclo de sueño, llevando a insomnio y fatiga crónica.

¿Cómo podemos combatir estos peligros? Mi llamado a la acción

Si te sientes identificado con alguno de estos puntos, ¡no estás solo! Pero es fundamental que tomemos cartas en el asunto. A diferencia del trabajo presencial que nos "obliga" a movernos, a socializar y a cumplir ciertos horarios, el trabajo remoto nos exige una autodisciplina brutal.

Aquí van algunas ideas, algunas cosas que yo misma procuro aplicar, y que creo que son vitales:

  • Establece una rutina férrea: Fija horarios para levantarte, comer, trabajar y descansar. Trátalo como si tuvieras que ir a la oficina. ¡No negocies tus comidas!

  • Prioriza el movimiento: No tienes que ir al gimnasio si no quieres, pero muévete. Camina, estírate, haz ejercicio en casa. Pon alarmas para levantarte cada hora y dar una vuelta. Sal a la calle, respira aire fresco y, ¡por favor!, toma el sol.

  • Prepara tus comidas: Invierte tiempo en cocinar alimentos saludables. Planifica tus menús. Evita la tentación de pedir comida rápida. Tu cuerpo te lo agradecerá.

  • Programa interacciones sociales: Haz videollamadas con amigos y familiares. Únete a grupos de interés. Sal a tomar un café con alguien. La interacción humana es fundamental.

  • Delimita los horarios laborales: Cuando termines tu jornada, cierra el computador y desconéctate. Tu mente y tu cuerpo necesitan un respiro.

  • Cuida tu espacio y a ti mismo: Vístete como si fueras a trabajar (no necesariamente de traje, pero sí con ropa que te haga sentir bien). Mantén tu espacio de trabajo ordenado y limpio.

  • Busca un "ancla" si estás solo: Si vives solo, busca algo o alguien que te mantenga conectado con el exterior. Puede ser una mascota, un club de lectura, un voluntariado, o simplemente un amigo con quien tengas una rutina de llamadas.

El trabajo remoto es una herramienta poderosa que nos ofrece muchas ventajas, pero como todo, tiene su lado oscuro si no lo manejamos con sabiduría. La salud, tanto física como mental, debe ser nuestra prioridad número uno. No esperemos a que una crisis nos despierte. Hagamos de nuestro trabajo remoto una bendición, no una condena silenciosa.

¿Y tú? ¿Qué estrategias utilizas para mantenerte sano y conectado mientras trabajas desde casa? Me encantaría leer tus experiencias.

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