Procrastinación: La trampa del “luego lo hago”
Por Diliver A. Uzcátegui
Suena el despertador, su melodía intensa irrumpe en la quietud de la
mañana. Intentas ignorarlo, aferrándote a la calidez de la almohada, pero sabes
que no puedes escapar por más tiempo, sin embargo, “solo cinco minutos
más", susurras con pereza, mientras la luz del sol se filtra a través de
las rendijas de las cortinas. ¿Qué podría pasar?
Media hora después, te encuentras frente al armario, presa del pánico.
El reloj avanza con su frenético tic – tac sin piedad, y tu mente se bloquea
ante la avalancha de opciones.
De pronto, en el fondo del desorden, un destello de color te llama la
atención. Es aquel vestido que compraste para una boda que nunca llegó a
celebrarse. Un atisbo de esperanza te invade. Te lo pruebas con recelo, rogando
que aún te quede. Pero la decisión final sobre qué ponerte para ir a la oficina
esa misma mañana sigue en el aire.
Finalmente, logras salir de casa corriendo contra el tiempo. El
transporte público ya no es una opción, así que tomas un taxi, tratando de
recuperar el terreno perdido.
Al bajar del vehículo, un aroma irresistible te invade: el inconfundible
olor a panecillos recién horneados de tu panadería favorita. Faltan cinco
minutos para tu hora de entrada, pero la tentación es demasiado fuerte.
"¡Solo serán unos minutos!”, “¡Puedo salir a tiempo para marcar mi
entrada” te dices mientras cruzas la calle con determinación! Sin embargo, tu
optimismo se esfuma cuando el reloj en la pared de la oficina te anuncia que
has llegado 15 minutos tarde.
Las excusas brotan de tu boca como un torrente, pero tu jefe no parece
muy convencido. Te diriges a tu escritorio, lista para imprimir el informe que
te pidió con urgencia, pero la cafetera te llama con su canto de sirena. "Solo
un café para despejarme", te justificas mientras te unes a la fila de la
cafetería.
El día se presenta como un campo de batalla: llamadas de atención,
tareas sin terminar, nuevas responsabilidades... Te sientes abrumada y
necesitas un respiro. Sacas tu celular y te sumerges en el mundo de las redes
sociales, buscando un refugio temporal. “Solo un momento”.
La jornada laboral termina por fin, y te diriges al gimnasio, recordando
la membresía que compraste hace meses con la firme promesa de ponerte en forma.
Sin embargo, tus pies te llevan a casa, donde te espera un panorama desolador:
La ropa que dejaste tirada por la mañana se amontona en el suelo, platos
sucios de hace días atrás llenan el fregadero y, para colmo de males, tu pez ha
desaparecido misteriosamente de la pecera. ¿Debería limpiar la pecera hoy?
"Mi vida es un desastre", te lamentas, sintiendo una punzada
de culpa y frustración. Pero en lugar de buscar soluciones, te sumes en un
espiral de negatividad. ¿Por qué a mí?
Si aún no has identificado qué es lo que sucede en nuestra historia
anterior y te identificas con ella, este artículo es para ti.
¿Aún crees que esto de
procrastinar no es lo tuyo? A continuación, te digo:
¿Cómo saber si estás procrastinando?
Haz una
revisión consciente de tu comportamiento (o pide ayuda a quien más comparta
contigo), de tus pensamientos y de algunas emociones que puedas experimentar a
diario.
Si te
identificas con algunos de estos síntomas o señales, es posible que estés procrastinando.
Es
importante recordar que la procrastinación es un problema común que afecta a
muchas personas. No significa que seas perezoso o que tengas un problema de
personalidad.
La buena
noticia es que la procrastinación se puede superar. Hay muchas estrategias que
puedes utilizar para dejar de procrastinar y alcanzar tus metas.
Aquí te
dejo algunos recursos que te pueden ayudar:
- Estrategias para evitar la procrastinación: https://www.psicologia-online.com/como-dejar-de-procrastinar-4717.html
- Cómo dejar de procrastinar: 7 pasos para vencer la pereza: https://es.wikihow.com/procrastinar-%28aplazar-las-cosas%29
- Procrastinación: ¿Qué es y cómo superarla?: https://www.mentesabiertaspsicologia.com/blog-psicologia/blog-psicologia/que-es-la-procrastinacion-y-como-superarla
Y lo más importante consulta con tu psicólogo.
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